“Hacemos medicina por espíritu de servicio y no el interés por dinero y el poder”.
“El
paciente es lo más importante, está por encima de todo”
“El espíritu
de servicio es deseo de satisfacer que aquellos que necesitan de nosotros”
“El
paciente es lo más importante, está por encima de todo”
El Dr. Fancisco
Occhiuzzi describe con excepcional claridad una enfermedad que no está en
ningún diccionario: la "broncemia", una patología que, según dice,
afecta a la medicina moderna y en particular a muchos de sus colegas, los
médicos.
Para este doctor en medicina y
cirugía, y director de la Clínica Jesús María, la broncemia se mide por
"el nivel de bronce en sangre" de ciertos de sus colegas, que sueñan
"con que su estatua de bronce esté en el patio del hospital".
La enfermedad que padecen numerosos
médicos se atraviesa en dos etapas, dice Occhiuzzi: "importantitis" (nadie
es mejor que él) e "inmortalitis"
(cuando el bronce invade todo su cuerpo hasta convertirlo en una estatua
olímpica e inmortal).
Los "broncémicos" se
encuentran en diferentes espacios sociales: en la universidad, los tribunales,
las sociedades e instituciones científicas. "Sin antecedentes, la soberbia
y la solemnidad propia del broncémico aparecen en el político de manera
espontánea", sostuvo.
Por otro lado, quien padece
"broncemia" muestra como síntoma que "el deseo de hablar está en
relación inversa con su edad y capacidad de comprender y discernir". Y,
cuando habla, sus oídos no escuchan nada, "no escucha a nadie",
dice. "El bronce se acumula primero en los pies, luego sube hasta el
cerebro. Los broncémicos ya no caminan, se desplazan majestuosamente",
lanzó Occhiuzzi.
"Cualquiera de nosotros, en donde
desarrollemos nuestra actividad, seguro que convivimos con broncémicos. Uno de
los primeros síntomas es que comienza a perder la capacidad de sonreír",
agregó.
Antídotos. Afortunadamente, este médico de Jesús
María tiene una receta. ¿Qué podemos hacer para que los jóvenes no se contagien
de broncemia?, se pregunta. "Tratar de imbuirles en sus cerebros el deseo
de ayudar a sus colegas, a sus colaboradores, a sus pacientes, sembrar para que
florezca el espíritu de servicio", respondió.
De esa forma, destacó la actividad de
servicio como un acto instintivo, el profundo deseo de satisfacer aquello que
desean de nosotros. "No es un acto, es una actitud de vida. Si los médicos
jóvenes no se preparan para estar con espíritu de servicio, están muy cerca de
contagiarse de broncemia", concluyó.
Breve lapso en silencio mientras el
reloj apura. Occhiuzzi saca un papel del bolsillo y recuerda una anécdota de un
médico que atendía a pacientes terminales. En una charla con jóvenes
profesionales, el médico enumeró las tres cosas que los pacientes le pedían:
que golpeen en nuestra habitación, que cuando salgan se despidan y que cuando
hablen nos miren a los ojos.
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